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con llanuras inundables o crear franjas de protección
vegetal a lo largo de los cursos de agua para facilitar la
disponibilidad y la calidad del agua.
En línea con estas premisas, la UE activó la
, implementada a través del programa
, con la que quiere conseguir que sus ciu-
dades y entorno natural sean sostenibles y resilientes. Para
ello, la Unión apuesta por la reforestación, la conservación
de los humedales o el tratamiento de las aguas residuales.
Sembrar oxígeno
Sembrar árboles es sembrar oxígeno y, por tanto, vida.
Consciente de la importancia de la restauración forestal
como medio de luchar contra la desertificación y a pesar
de no disponer de una política forestal común, la UE tra-
baja para promover políticas e iniciativas europeas que
afecten a los bosques de su territorio pero también de
terceros países. Una de estas iniciativas es la
una red de espacios protegidos para la conserva-
ción de la biodiversidad europea a la que pertenecen
más de 37 millones de hectáreas forestales. También el
o la
prevén medidas
para gestionar de forma sostenible los bosques públicos.
A escala paneuropea,
sigue siendo la
principal iniciativa política en materia forestal, que ne-
gocia acuerdos jurídicamente vinculantes para gestio-
nar los bosques de forma sostenible. A ella pertenecen
46 países europeos y la propia UE como organización,
que trabajan para impulsar el papel de los bosques en el
mantenimiento del ciclo hidrológico.
Las medidas europeas han tenido tam-
bién eco en Andalucía, donde el
© unsplash/megan johnston
comunidad europa
ha activado medidas de repoblación y mejora de ribe-
ras en todas las provincias andaluzas. También el
tiene un papel crucial en
la prevención y lucha contra los incendios forestales en
Andalucía, papel por el que ha obtenido la Medalla de
Andalucía 2018.
Humedales: despensa acuífera
Los humedales son la infraestructura hidrológica natu-
ral de la Tierra que proporciona una fuente limpia y un
reservorio de agua dulce. Una infraestructura amplia, a
juzgar por el
, que incluye entre los
humedales desde lagos y ríos hasta sitios artificiales
como estanques piscícolas, embalses y salinas, pasando
por pantanos y marismas, turberas, oasis, estuarios, del-
tas, manglares o arrecifes coralinos.
Su valor reside en que depuran las aguas, recogen dió-
xido de carbono y amortiguan los fenómenos metereo-
lógicos extremos, además de proteger la biodiversidad.
Pero la realidad es que, en los últimos años,
como consecuencia de la alteración
de sus orillas, la contaminación por vertidos o la apari-
ción de especies invasoras.
En Andalucía
se ha activado el
“Plan Andaluz de
Humedales”
ante la progresiva
degradación
de estas áreas
El agua,
una responsabilidad personal
El uso racional del agua no sólo depende de las medidas adoptadas por los gobiernos, sino
también del empleo que las personas, consumidoras directas, hagan en su vida diaria. Es su
responsabilidad aplicar medidas clásicas como la instalación de inodoros y duchas de bajo
consumo, cerrar el grifo mientras se cepillan los dientes o evitar el vertido de medicamentos u
otros contaminantes en el sumidero.
Pero también de la ciudadanía depende el desarrollo de actividades locales de reciclado, reuti-
lización y conservación del agua, como las que apuestan por el desarrollo de huertos urbanos
en las terrazas de los edificios, la mejora de los humedales locales o iniciativas más innovado-
ras a nivel comunitario, como las llamadas “ciudades esponjas” que apuestan por el reciclado
del 70% del agua de lluvia mediante suelos más absorbentes y dispositivos de recolección,
almacenamiento y purificación de agua.
