E
n el punto donde el
paisaje se modela,
las costumbres de
quienes cultivan la
tierra enseñan su
historia. Allí, la vid y el vino marcan
una ruta de fondo y forma, sabores y
campiñas que permiten conocer de
otra manera Europa. Limburgo en
Holanda, Mosel en Alemania, South
East en la Inglaterra británica, Dour
(Portugal), Tokaj, (Hungría), La Rioja
(España) son solo algunas regiones
europeas donde se producen los me-
jores vinos del mundo, porque Euro-
pa no es solo el mayor productor en
calidad sino el territorio donde está la
mitad de la vid plantada de la tierra.
Por ello, su recorrido es tan apto para
los amantes de los caldos como de
la naturaleza y la cultura: el llamado
enoturismo, cuyo reciente auge res-
ponde a la amplia oferta de riqueza
vitivinícola que ofrecen las tierras
europeas. No en vano, cultivan la
vid desde tiempos ha, hasta que los
griegos industrializaron la produc-
ción de este licor, especialmente en
el sur de Italia. Desde allí y desde
Grecia se transportaban hasta las
francesas Burdeos, Borgoña y Tréve-
ris, en Alemania, que de ser centros
comerciales pasaron a convertirse en
productores.
Hoy, Francia, Italia y España ocupan,
sin que se les haya podido desban-
car, los rankings de los caldos más
cuidados del planeta. Pero no sólo.
Alemania, Austria, Bulgaria, Eslove-
nia, Grecia, Hungría, Portugal y
Serbia forman parte de las rutas
vitivinícolas que integran 800
enclaves de la
y que
en noviembre participarán en el
Paisaje y cUltUra
Las colinas de Hermonville y Vi-
llers-Franqueux cubiertas por un
manto de vides atrapan el foco de las
miradas que la visitan y ha transfor-
mado el noroeste de la región fran-
cesa de Reims en una postal turística.
La ciudad más grande de la campiña
francesa, Épernay, da asiento a los
viñedos de
Chardonnay, Pinot noir y
Pinot meunier
, las uvas con las que se
elabora el
Champagne
.
Con su particular vino
Tojak
, al
cual se le atribuyeron propiedades
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